Cuando leemos un libro, mil partes de nuestro cerebro trabajan en conjunto.
Una parte ve los signos negros sobre la página blanca otra los reconoce como letras .
Otra parte asigna un sonido a cada letra. Luego, esos sonidos se combinan en palabras. Una vez dado ese primer paso, el cerebro envía la palabra a la memoria a corto plazo.
Hace lo mismo con muchas otras palabras. Luego recupera todas esas palabras de la memoria a corto plazo y la pone en orden , siempre en la memoria a corto plazo. Para poder entender la de verdad, el cerebro necesita visualizarla.
Leamos, por ejemplo, esta frase:
“La chica estaba sentada, dejó el bolígrafo a un lado, apoyó la frente sobre la mesa. El sonido era el de un llanto, pero su rostro estaba oculto por su pelo largo”
Después de trabajar en conjunto con los caracteres, los sonidos, las palabras y el significado de la frase, otra parte del cerebro empieza a pintar la escena:
La chica con una falda, la habitación pintada de blanco, el techo alto, poca luz, unos rayos de sol entrando bajos por la ventana… tal vez sea de tarde, o de mañana, el suelo de madera, antiguo, viejo, veo polvo… y quizás en la escena aparece también un gato, aunque el autor no lo haya mencionado, porque ese mismo suelo me recuerda al de la casa de mi abuela, que tenía un gato.
Y cada cerebro, cada persona, tendrá ante sí una escena diferente, aunque el texto sea el mismo para todos.
En este proceso, el libro se vuelve nuestro, y en el esfuerzo por crearlo, lo vivimos. Y al vivirlo, estamos aprendiendo.
Aprendizajes que absorbemos y que se quedan con nosotros toda la vida.
Un libro nos permite vivir muchas vidas y crecer a una velocidad sorprendente.
Si en lugar de un libro vemos una película, somos espectadores. Cuando la película termina, apagamos la pantalla y no queda mucho. Tal vez alguna emoción que el director quiso transmitir, tal vez algunos datos históricos.
Ver una película es cien veces más fácil que leer un libro. Tú decides.
Y mejor ni hablar de Instagram, TikTok o de otras aplicaciones diseñadas para mantener al espectador enganchado a la pantalla el mayor tiempo posible.